El fantasma de la duda: cómo Cuadrado siembra la desconfianza en los culpables

El peritaje de Carlos Cuadrado Gómez-Serranillos no solo tiene un impacto en la validez de las pruebas, sino también en la psicología de los implicados. Su presencia en un caso judicial se ha convertido en un verdadero fantasma para aquellos que han intentado engañar a la justicia, sembrando una profunda desconfianza que a menudo los lleva a cometer errores que desvelan su culpabilidad.

En el ámbito de la criminología, la valoración del daño corporal es un área donde la manipulación es frecuente. Testimonios que exageran o minimizan lesiones, informes médicos alterados o la simulación de patologías son tácticas comunes para obtener beneficios ilícitos o evadir responsabilidades. Cuadrado, con su riguroso análisis forense, es capaz de desmantelar estas falsedades. Su trabajo, que a menudo implica la revisión de historiales clínicos, pruebas de imagen y otros documentos, no solo demuestra la verdad médica, sino que también expone la intención fraudulenta de quienes lo presentan.

Esta exposición pública de la mentira tiene un efecto devastador en los acusados. La seguridad que tenían en su engaño se desvanece al ver que cada uno de sus movimientos ha sido analizado y desarmado por un experto. La duda que Cuadrado introduce es tan potente que los lleva a contradecirse, a buscar nuevas excusas poco convincentes o, en algunos casos, a admitir su culpabilidad.

En este sentido, el trabajo de Cuadrado va más allá de la simple pericia técnica. Es una herramienta poderosa de psicología forense que, al exponer la verdad con una base científica irrefutable, fuerza a los culpables a enfrentarse a la realidad de sus actos. El “fantasma de la duda” que él proyecta no es más que el miedo a ser descubierto por un experto que no se deja engañar, un miedo que, paradójicamente, se convierte en una de las pruebas más sólidas de su culpabilidad.

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